miércoles, 20 de junio de 2018

Los ojos del amor incondicional

No busques valores absolutos en el mundo relativo de la naturaleza. (Paramahansa Yogananda)



Esta semana han pasado en Cineciutat el documental AWAKE (Despierta: La vida de Yogananda), la biografía de Paramahansa Yogananda, un swami hindú que trajo a Occidente el yoga y la meditación en la década de 1920. Yo no le conocía así que me resultó muy interesante su vida y pensamiento.

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Yogananda (que significa bienaventuranza suprema, ananda, mediante la unión divina, yoga) es considerado un verdadero apóstol de la paz y ferviente creyente en la hermandad humana, porque contribuyó a divulgar la filosofía hinduista en las Américas y Europa, así como la técnica del Hatha Yoga.

Conoció a su maestro a los 17 años y con 20 años fundó una escuela de yoga para niños cuyo programa educativo —basado en sus principios sobre «el arte de vivir»— combinaba los métodos educativos modernos con la disciplina del yoga y la formación en los ideales espirituales. El Maharajá de Kasimbazar ofreció su palacio de verano, situado en Ranchi (a trescientos veinte kilómetros de Calcuta), como emplazamiento de la escuela. Aunque él mismo creía que su destino era esa escuela, a los 27 años se vio trasmitiendo sus enseñanzas al otro lado del mundo y a pesar de que esa decisión le apenó mucho porque le alejaba de su país, comenzó su largo periplo por Estados Unidos donde fundó templos e iluminó con su voz y prácticas de meditación la mente de muchas personas.Ese mismo año creó en Boston la Self-Realization Fellowship para difundir por todo el mundo sus enseñanzas de la milenaria ciencia y filosofía del Yoga, proveniente de la India, y su tradición inmemorial de la práctica de la meditación.

Es además el autor de un libro muy conocido "Autobiografía de un yogui", del que se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo y que hoy en día es un libro de referencia no sólo para los amantes del yoga, sino también ha inspirado a millones de personas de otras creencias y religiones pues su mensaje jamás despertó en Occidente controversias ni rechazos ya que apuntaba a la búsqueda de la verdad, la tolerancia, la unión de todas las religiones y la comprensión de que los libros sagrados de Oriente y Occidente, en sus fundamentos, ofrecen las mismas enseñanzas. Se dice que Steve Jobs lo leía cada año y que se regalaron 500 copias en su funeral.

Durante la proyección me impactó muchísimo la mirada serena, profunda y llena de compasión que tenía Yogananda, que son una puerta para entender su alma y un recuerdo de que amar es la única forma de vivir plenamente.

El documental explica cómo a los 11 años presintió la muerte de su madre estando ella de viaje. Él mismo dijo despueś de esos hechos "Quería a mi madre como a mi mejor amigo en la tierra. Sus ojos negros reconfortantes habían sido mi refugio en las pequeñas tragedias de la infancia" y más adelante tuvo una visión espiritual, en la que Dios, en el aspecto de Divina Madre, le dijo: "Soy yo quien te ha estado cuidando, vida tras vida, a través de la ternura de muchas madres. ¡Encuentra en mi mirada los dos ojos negros, los bellos ojos perdidos que buscas!"

También me emocionó cuando explica el encuentro con su maestro Swami Sri Yukteswar, con el que había soñado toda su infancia sin saber quién era. Dijo Yogananda: "La cara divina era la de mis mil visiones. Estos ojos felices, en una cabeza leonina de la que caían mechones y con barba puntiaguda, me habían mirado fijamente a menudo en la oscuridad de mis ensueños nocturnos, manteniendo una promesa que yo no había entendido completamente. Su maestro le contestó “¡Amado mío, has llegado hasta mí! Cuántos años te he esperado!”. Más tarde Yogananda escribió lo siguiente sobre el comienzo de la relación con su maestro: "Entramos en una comunión silenciosa; las palabras parecían superfluas. La elocuencia fluía como un canto silencioso del corazón del maestro al discípulo. Con una antena de visión clara sentía que mi gurú conocía a Dios, y que me conduciría hacia Él. La oscuridad de esta vida desapareció en la alborada de recuerdos prenatales. El drama del tiempo, pasado, presente y futuro y sus escenas cíclicas. Esta no era la primera vez que yo me encontraba ante estos pies santos".

Tras ver el documental busqué el libro de Yogananda, y estuve leyendo algunos pasajes. Os pego aquí un diálogo con su maestro que me conmovió:
Mientras caminábamos hacia el balcón de piedra de una casa con vista al Ganges, me dijo afectuosamente: “Yo te daré mi ermita y todo cuanto poseo”.

Señor, yo he venido para obtener sabiduría y el contacto de Dios: esos son, de sus tesoros, los que yo ambiciono”.
 

El breve crepúsculo de la India había dejado correr su media cortina antes de que mi Maestro volviese a hablar. Sus ojos tenían una insondable ternura. “Te doy mi incondicional amor”.
¡Preciosas palabras! Más de un cuarto de siglo pasó antes de que yo volviera a obtener otro testimonio verbal de su amor. Sus labios eran extraños a la vehemencia; su corazón era un océano de elocuente y amoroso silencio.

“¿Me darás tú el mismo incondicional amor?”, me preguntó con la dulce ingenuidad de un niño.
“¡Os amaré eternamente, Gurúdeva!”
Generalmente, el amor es egoísta, oscuramente enraizado en los deseos y en las satisfacciones. El amor divino es incondicional, sin límites, inmutable. El flujo del corazón humano se esfuma para siempre al ser tocado por el amor puro y verdadero” dijo el Maestro.
Si os apetece leer su biografía la podeis descargar aquí.