domingo, 21 de enero de 2018

De vuelta al camino


Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Solo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición.
Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que solo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera. Ahora sí la entiendo.
Te diré cuál es: ¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte.
Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor: ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita. (Carlos Castaneda)

He vuelto. 
Bueno, no me había ido del todo porque seguía publicando esporádicamente en Facebook. 

Pero uno de mis propósitos para este año es retomar el diálogo con la tierra. No el blog en sí, - que ya veremos si lo mantengo como está ahora o cómo cambia- ni llevar un huerto, como ya hice años atrás (puedes leerlo las entradas anteriores). No. Mi propósito para este año es retomar mi diálogo personal con la tierra. El que impulsó a crear el blog cuando me instalé en una casa con jardín y descubrí que entre ese trocito de tierra, con esos árboles, y yo había un vínculo ecosófico (lo tenemos todos aunque no siempre lo sentimos). 
Llevo casi seis meses caminando (literalmente) y buscando mi camino (en el sentido amplio de la palabra), todos los días. Escuchándome, pensando, ordenando ideas, sintiendo. Dejando que ese tiempo asiente el ruido interior y así recordar quién soy, qué deseo, qué debo soltar, qué quiero crear. Voy observando mi relación conmigo misma, con los demás y con el lugar que habito, mientras camino: el ritmo de la ciudad, la braveza del mar y la fuerza del viento, la caricia del sol y la huella de la lluvia y el frío en mi cuerpo, las luces navideñas y los escaparates, las sombras de los árboles a distintas horas del día, las fases de la luna, la cantidad de gente que pase, cómo influye la música que elijo...
Pero ya no es suficiente. Después de seis meses caminando tengo la certeza de que busco algo más que andar diez mil pasos al día para mantenerme activa y centrada. Busco un camino con consciencia y corazón, que me permita entender, aprender y desaprender. Que me acerque a la naturaleza y a los principios de la ecosofía.
He tenido la suerte de encontrar algo que encaja completamente con lo que estaba buscando. Se trata de una propuesta de Mar Millán, la naturaleza como oráculo: un ciclo de excursiones conscientes que invitan a conectar con la tierra, planteándole una preocupación que se tiene en ese momento para escuchar sus respuestas caminando en silencio, contemplando el paisaje y sintiendo la energía de la montaña pero también meditando, practicando la escucha activa, la plena presencia y el vínculo del grupo. No entraré en detalles sobre lo que pregunté ni qué respuesta obtuve, pero sí os confirmo que mi primera excursión fue fantástica y que es una propuesta altamente recomendable.
Creo (deseo) que este texto será el primero, el preámbulo, de muchos otros que me ayudarán a cumplir mi propósito: retomar mi diálogo y mi vínculo con la tierra. Como en la anterior etapa algunos contenidos serán propios, pero también seguiré compartiendo reflexiones de otros que me resuenen o resulten inspiradoras. Así que os invito a seguirme, compartir el post y comentarlo. Porque en este diálogo, en este camino, todos sumamos.