martes, 9 de marzo de 2010
Noticias desde el huerto
Los almendros que me alegraron el invierno empiezan a verdear. La morera desnuda ya sacó las primeras hojas. La mimosa dejó caer todas sus flores. Florecieron los bulbos frente a mi ventana. Los frutales parece que sobrevivieron a las heladas y a los vientos de la tramuntana. El huerto se asalvajó y este finde quitaré las malas hierbas. No coseché ninguna coliflor porque tuve una plaga de caracoles. La luna llena vino a reflejarse en los charcos de la terraza. Tenemos otra invasión de hierbabuena. Apareció la primera amapola y pronto habrá margaritas por deshojar. Hoy comeré una ensalada de lechuga hoja de roble cien por cien ecológica. Quité las tablas que evitaban que Rexi se escapara, y lloré de añoranza. En abril asistiré a clases de huerto urbano. Desconozco los nombres de todos esos pájaros que se tomaron una pausa en el jardín. Todavía no estrené el invernadero, porque tengo pereza de cuidar tomateras desde cero, pudiendo comprarlas en el vivero. Queda leña para calentarnos el próximo invierno. Debería, debería, debería poner el riego por goteo de una vez. Continuo dudando si sembrar semillas de césped o plantones. Es tiempo de empeltar los acebuches, pero sigo sin saber cómo se hace. Presiento que este año el pequeño albaricoquero me regalará una gran cosecha. Volvieron las ganas de escribir en el blog. Me toca limpiar a fondo la mesa de teca antes de empezar la temporada de aperitivos en la terraza. La compostera cumple bien su función pero nunca se llena. Las matas de haba empiezan a sacar flores y me pregunto qué haré con esa cosecha. Estaría bien tener una barbacoa, pienso a veces. El viento rompió el molinillo de colores y ya no me recuerda que debo seguir rodando. Quiero ir al vivero para comprar otro ficus para el recibidor y lo que sea que me apetezca. No me decidí a sembrar los naranjos, lo dejo pendiente hasta el año que viene. En mayo volveré a lucir pendientes de cerezas, como hacía de niña. Continuar con el huerto, sola, es triste. Vamos a comprar una tumbona y un toldo vela para la terraza. Me alegra pensar que la primavera está a la vuelta de la esquina y el jardín se llenará de colores. Sembraré nuevas ilusiones y mi corazón volverá a florecer. ¿Cómo pudiste dudarlo, pequeña jardinera?
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Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.
Walt Whitman. "Canto a mí mismo".
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