martes, 7 de junio de 2011

Los frutos anhelados

Si para recobrar lo recobrado
tuve que haber perdido lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorada
fue menester haber estado herida,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprendido
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprobado
que lo que tiene el árbol de florido
vive de lo que tiene sepultado.


(Santa Teresa de Ávila)

En el jardín tenemos dos albaricoqueros. El primero es de una variedad local, l'alberococ lluentó, de maduración temprana, y ya hemos recogido sus frutos: apenas catorce albaricoques dulces y carnosos, pequeños y amarillos. Ya lo sé, en la foto falta uno que me tomé recién cogido del árbol :-)

El otro, un ejemplar joven de albaricoque rojo o galta vermella tardà (Prunus armeniaca), que aún está madurando, nos ofrece por primera vez su cosecha. Aparenta ser una variedad más apasionada, por la paleta de rojizos que nos regala, y generosa pues el pequeño árbol está totalmente superado por el peso de los frutos, que se cuentan por decenas. Quiero esperar a probarlos para valorar la textura pero me parece que prepararé esta receta de mermelada de albaricoque con almendra.

Si quereis saber más sobre los albaricoques de Mallorca y otros frutales locales, podeis consultar el programa Fruiters d'un temps de Slow Food Illes Balears (podeis encontrar más información aquí y aquí). Algunos árboles de nuestro huerto proceden de este programa de recuperación de frutales tradicionales, un patrimonio agroalimentario en riesgo debido al carácter importador de la economía insular, en el que participan este año 159 variedades.