sábado, 19 de mayo de 2018

Lo trascendente

Los movimientos del éter son como una onda que reconcilia todos los contrarios: lo femenino y lo masculino, la vida y la muerte, lo fluido y lo denso, lo pesado y lo ligero, la sombra y la luz... (Monique Grande, Feminitud)

Desde hace tiempo tengo y utilizo Feminitud: una exploración de los misterios del ser interior, un libro y juego de cartas que invita a descubrir y recorrer el subterráneo mundo de lo femenino con la finalidad de ayudar a la transformación y realización, el contacto con nuestra naturaleza esencial y alma. En estos tiempos revueltos en que hombres y mujeres nos autocuestionamos nuestra identidad, indagamos y reflexionamos sobre nuestra autenticidad, y que buscamos reencontrarnos y conectarnos con el otro desde nuestra esencia y con consciencia, me parece una herramienta muy útil, reveladora de lo profundo y complejo que es el ser humano. Es también útil a los hombres, a aquellos que desean integrar su energía femenina. Y para nosotras es un recordatorio de diversas facetas que habitualmente resumimos como ser mujer y que en este libro se desplegan en 55 elementos. Estas cartas recorren las energías sutiles que nos conforman e impulsan, nos plantean reconectar con la intuición y sabiduría interior - que a menudo olvidamos tener- y reconocer las luces y sombras y otras dualidades que nos acompañan.

La autora invita a elegir una carta al día para ir explorándolas, aproximarse a ellas, interiorizarlas y recordarlas. Pero yo en cambio, lo utilizo muy esporádicamente, en momentos concretos en que busco una nueva mirada, un mensaje de la vida, un aspecto de mí sobre el que reflexionar o una oportunidad para reconectar con una parte de mí, de todas nosotras y de lo femenino profundo y amoroso de nuestra Madre Tierra.

La última carta que saqué, hace algunas semanas, fue el éter, el espíritu (los griegos llamaban éter al cielo, lo consideraban uno de los cinco elementos de la naturaleza y también la sustancia ligera y brillante que respiraban los dioses). La descripción de esta carta en su momento me pareció, valga la redundancia, algo etérea. Sin embargo con el paso de los días, al dejarla reposar, he podido sentir plenamente porqué he recibido la carta en este momento de mi vida: me invita a elevar mi vibración para conectar con mi consciencia y mis cualidades sutiles como sentir las fuerzas de la naturaleza o el aliento de vida que nos une a todos.

La carta del éter me propone replantearme mi vida terrenal: soltar el apego a los bienes materiales, las certezas y las costumbres. También me invita a vivir desde el corazón, a superar la dualidad materia-espíritu y otras polaridades (por eso resalto en la cita del inicio de esta entrada, ya que me ha recordado un taller de los 5 ritmos que he hecho hace poco) y los conflictos. Todos estamos interrelacionados, sujetos a los ritmos de la vida, y conectados con el Universo: como es arriba es abajo.

Como decía, todo ello puede parecer a primera lectura algo etéreo. Pero tras reposarlo siento que conecta plenamente con mi propósito y con el hilo conductor de este blog, le da coherencia y certeza al camino que estoy recorriendo últimamente y me alienta a continuar explorando.

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