domingo, 11 de febrero de 2018

La mujer árbol /1


Toda mujer parece un árbol. En las capas más profundas de su alma alberga raíces vitales que empujan la energía de las profundidades hacia arriba, para nutrir sus hojas, flores y frutos. Nadie comprende de dónde consigue una mujer tanta fuerza, tanta esperanza y tanta vida. Incluso cuando son cortadas, de sus raíces todavía nacen brotes que van a volver a la vida otra vez. (Clarissa Pinkola)

'Eres mayor por dentro que por fuera'. Esta semana esta frase, esta imagen, se cruzó en mi día y le dio la vuelta por completo. Me dio mucho que pensar, ¿cuales son mis raices, qué me vincula a la tierra y a los demás árboles? ¿Y cuales mis ramas, lo que muestro al mundo? ¿cuan profundas son las raíces, cuan necesarias las ramas? ¿A qué dedico mi energía, a cuidar la raíz o la rama, a crear raíz o rama? 

Y si yo fuera un árbol ¿cual sería y qué función cumpliría? ¿Sería útil por mi sombra, por mis frutos, por mi fragancia o mis cualidades?

Con mucha curiosidad me he dedicado a bucear en la red cerca de ello y he localizado un texto precioso, que lo resume bien y aporta un consejo factible:

¿Y si imitamos al árbol?
Párate derecho y orgulloso
Recuerda tus raíces
Toma mucha agua
Disfruta de la vista y del aire fresco
Crece sin miedo
No niegues la riqueza de tus frutos
Da sombra a quien ande cansado
Llena tu corazón del canto de las aves
Purifícate con el agua de la lluvia
Resguárdate en invierno, florece en primavera
Sé lo mejor que puedas ser


Por el camino, me he topado aquí con un bello texto, un cuento sobre el tiempo en que las mujeres eran árboles:

Cuenta una historia muy pero muy de antaño, de la que ya no muchos recuerdan, ni de la que ya no muchos hablan, que antes de que aparecieran los humanos de dos patas en la tierra, todas las mujeres, antes de ser mujeres fueron árboles, y tal como estos, tenían raíces que las hacían una con la madre tierra, manos largas y resecas hechas de troncos y cortezas, y largos cabellos que se cubrían de hojas, flores, frutos y aves que cantaban en primavera.
Estas vivían en los rincones más hermosos, se nutrían del sol, el agua y el viento y jamás estaban solas, pues las rodeaban todas las criaturas del bosque tanto las terrenas, como las más mágicas que puedas imaginar. Así también las custodiaba y nutría el árbol más sabio de todos, al que llamaban “la abuela árbol”, un árbol tan pero tan viejo, que conocía todos los secretos sobre la vida y sobre la muerte, y siempre que una mujer árbol de cualquier lugar del mundo enfermaba se comunicaba con la abuela a través de sus raíces para sanar.
Las mujeres árbol tenían poderes mágicos, se comunicaban sin usar las palabras, movían los elementos sin tener manos y podían sentir a todos los seres de la naturaleza a través de la red profunda que formaban con sus raíces bajo la tierra. 
Un día mucho tiempo después de que llegaran a la tierra los humanos de dos patas, algo pasó y comenzaron los tiempos de guerras, muertes y destrucción, algunos dicen que a causa de la ambición por los reinos, el poder y las riquezas. Fue una época terrible, donde muchas mujeres árbol fueron convertidas en madera y quemadas como forma de generar calor. De esta manera para poder mantener viva a sus hijas, la abuela árbol les permitió desenraizarse y tener pies para que pudiesen correr y esconderse lejos del peligro. Así las mujeres árbol debieron aprender a caminar y sobrevivir por sí mismas, a cambio perderían sus raíces y su conexión a la madre tierra y todos los seres que en ella habitaban, esto les causaba tremendo dolor y tristeza, pero esta era la única forma de sobrevivir y conservar la tradición de las mujeres árbol.
Quien me contó esta historia dice que pasaron muchos siglos hasta que la guerra por los reinos terminó, en ello muchas mujeres árbol murieron de tristeza ya que no soportaron la soledad y el desenraizamiento, otras se olvidaron de quienes eran, por lo que aprendieron a vivir con los de dos patas perdiendo sus poderes y capacidades mágicas. Sin embargo hubo otro grupo de mujeres árbol que se distribuyeron por el mundo y a pesar de separarse se prometieron jamás dejar de ser ellas mismas y conservar en su más profunda memoria de ADN, todo aquello que ellas aprendieron de la abuela árbol. Así este grupo de mujeres se prometieron encontrarse y reencontrarse en todas las vidas posteriores, manteniendo muy bien guardado el secreto de sus orígenes y poderes.
Así también la abuela deseando nunca más separarse de este bosque de doncellas y en un acto de amor profundo por sus hijas, bendijo a todas las mujeres con un árbol en su vientre, y éste árbol se transformó en que hoy es nuestro útero. Así todas las mujeres pueden recuperar su enraizamiento a la madre tierra nutriéndose de todo su amor, pues el útero es su anclaje a su verdadera esencia. Desde él está la forma de recuperar la razón más primigenia 22del ser mujer. Y lo maravilloso de la bendición de la abuela árbol es que tengamos o no un útero físico, siempre tendremos un útero energético que nadie nos podrá jamás arrebatar.
Esta es una historia muy, pero muy antigua, sin embargo muchos dicen que en estos tiempos la abuela árbol está haciendo un llamado fuerte y claro a sus hijas. Es así como al abrazar al árbol más viejo del bosque y apoyar tu oído en su tronco, éste te contará los secretos de las mujeres árbol, te llenará de todo su amor y te otorgará toda su medicina ancestral. Y ya nunca más estarás desconectada de la abuela árbol. Tu útero recuperará sus raíces y caminarás por siempre anclada a la tierra.

Me parece un tema muy interesante, me apetece mucho seguir explorando el tema de la mujer árbol y sobre todo ahondar  mi relación con los árboles y la conexión con la tierra en la que habito. Continuará...